Su padre Aaron hoy terminó más pronto de su trabajo y salió corriendo alegre por poder acompañar ese día a Marta a la playa. Esta continuaba jugando con las muñecas e inventando sus fantasias.
Ella corría por la arena feliz disfrutando del mar y de su gusto salado. Y cada dos por tres llamaba a su padre "Papá, mira que hago" decía dándose un chapuzón. Un momento que vio que su padre no la miraba le llamó.
―¿Papá?
―¿Qué?― dijo todavía sonriente
―Te quiero
―Yo también. Marina se escondía un poco lejos de ellos, con lágrimas en los ojos, viendo todo aquello que la niña podía dar de si misma y que nunca lo podría dar. Porque siempre se quedaría como una simple niña de seis años aunque tuviera veintitrés.

No le pude cambiar el nombre a mi Musa :)
11 comentarios:
ains...
Carajo, ahora echo de menos a mi mami.
=)
:) qué bien suena ese te quiero...
feliz semana!!!
:) qué bien suena ese te quiero...
feliz semana!!!
:) precioso...
Que lindo post, ese te quiero me saco sonrisas, cuantas veces olvidamos decir te quiero a los que adoramos.
Que lindo
Saludos del otr lado del charco
Me ha encantado esta entrada (: De las pocas que me sacan una sonrisa rápidamente.
Un beso ENORME.
Me gustó la entrada. Algunos amigos de la familia con hijos con sindrome de Down coincidían en que se les coge más cariño que a los hijos "sanos", no sé si será cierto pero tiene bastante sentido.
Besetes.
Mi peke, ya e vuelto!!!!!
Tengo muchas cosas que contarte y que enseñarte, aunque sin socorrista buenorro jejeje.
La entrada genial y la foto me encanta.
Un besazo wapa, hablamos.
No son diferentes, son especiales.
Yo di clases por un año a niños con capacidades especiales, me levantaron de la eterna depresión en la que me encontraba, ellos me sacaron adelante enseñandome que el esfuerzo y amor por la vida lo puede todo.
Un saludo
Precioso texto!!! leno de sentimiento y corazon...
besotes de esta peke.
pd. te espero como siempre por mi rincon con tu cafe, si gustas...
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