"
Era de las que rompen los puentes con solo cruzarlos
".


28 de septiembre de 2011

El corazón de Annette era más fuerte que toda Rusia

Sus cabellos dorados y su piel blanca como la nieve la delataban como un lobo en medio de un ramado de ovejas. Sus ojos azules miraban desconcertados hacia uno y otro lado sin encontrar aquello que buscaba. La pequeña Annette corría por en medio de las vías del tren chocándose contra mujeres mayores que llevaban sombreros enormes que cubrían casi sus voluptuosas cinturas.

Gritaba con todas sus fuerzas para llamar la atención de su madre y que ésta se girase. Annette acababa de llegar de Rusia, había pasado las vacaciones de navidad con su abuela en un pueblo cerca de Moscú. La abuela se lo pasaba genial con su pequeña nieta que a penas tenía cinco años recién cumplidos, Annette se pasaba el día fuera de la cabaña revolcándose por la nieve al lado de Albus, un terranova que medía poco menos que Annette. A mediados de enero la abuela Carminam Lunae recibió una carta de Rubensquens, la madre de Annette diciéndole que había encontrado un lugar para vivir y un trabajo que le permitía sustentar a su hija y a ella. La carta iba acompañada de un billete de ida de tren.

Y allí estaba la dulce Annette corriendo hacia su madre con los ojos llenos de esperanza, ansiosos por descubrir una nueva vida donde no tuviera que comer pan con leche todo el día y esconderse al sótano de casa a partir de las siete de la tarde hasta el día siguiente.

18 de septiembre de 2011

Lo único que deseaba era poder tocar una puntita de nube

Vera nunca se creyó esas historias de un príncipe y una princesa que vivían felices en sus respectivos castillos. Ella prefería que le hablaran de jirafas y sus cuellos tan alto, pensaba que cuando las jirafas eran muy viejas sus cuellos habían crecido tanto que podían ver por encima de las nubes. Se lo contaba a todo el mundo y estos nunca dudaron en reírse ante tal estupidez.

En realidad no es que Vera creyera en esa teoría, es que necesitaba creer en ella. Siempre fue una niña muy pequeña de esas que con cinco años seguían confundiéndola con una niña de tres años. Hasta sus catorce años no la dejaron subir a atracciones para niños de diez años. Era pequeña demasiado pequeña para una niña tan grande por eso necesitaba encontrar a esas jirafas y decirles "cómo hacían ellas para crecer tan alto, cómo podían ser tan bellas con esas patas tan largas que embelesaban a cualquier muchacho". Y eso hacía que no creyera en los cuentos de príncipes y princesas porque sabía que ella era tan pequeña que su príncipe nunca la encontraría