"
Era de las que rompen los puentes con solo cruzarlos
".


26 de abril de 2009

A la vera del mar

Nube iba saltando de piedra en piedra intentando no caerse a mar, el buen tiempo la alegraba y, aunque todavía no hacía unas temperaturas para meterse en el agua Nube no dudaba en ir a dar una vuelta por el mar. Flor, su madre, la vigilaba desde la orilla dándole leves toques cuando la veía decidida a meterse en el mar.

Le encantaba el mar, pasar horas dentro y fuera de él. Estar cerca de las olas, recoger almejas y sentir el olor marino hacia que la pequeña disfrutara sus horas de infante. En cambio, Flor odiaba el mar, no soportaba los granitos de arena metiéndose en la ropa, el los zapatos y en cualquier cachivache que encontrara cerca, no le gustaba meterse en el agua y salir con la piel reseca por culpa de la sal marina. Y aún menos le gustaban los bichejos con pinzas que correteaban a la vera del mal. Pero disfrutaba ver a Nube corretear y saltar feliz. Nube no desistía en insistir a llevar a su madre al mar para poder transmitirle aquella vitalidad que el mar le transmitía a ella.

Pero Flor ya no sonreía a todas horas.

24 de abril de 2009

Sant Jordi

Blanca salió de la librería con un nuevo libro de poesía en la mano.
Al bajar por aquellas escaleras cogió el metro dirección a casa. Mientras trancurrian sus dos horas de viaje empezó a leerse el primer poema del poemario.

Del primero pasó al segundo y del segundo pasó una hora después.

Una mirada observadora siguió toda su atenta lectura en silencio, apreciando que la poesía a veces llega a ser más exacta que las matemáticas
Sin esperar otra hora más, temeroso de que se baje antes a su parada le pregunta si el libro se lo regalaron ayer. Blanca, sorprendida con una sonrisa dulce e inocente le contesta que más que un regalo es un autoregalo. Empiezan a compartir poemas, a criticar el libro dejándolo como el mejor de estos últimos meses, de allí pasan a un par de refrescos de verano en una calle conocida de Barcelona, donde el se encuentra una linda rosa amarilla que la cuelga el su pelo y le hace florecer su cara.

Puede que encontrasen su media naranja, y puede que ese fuera el verdadero regalo de Sant Jordi.

21 de abril de 2009

Se marchó tu voz y se dejó tus maletas

Cuando subía las escaleras me he aterrorizado, me he quedado sin palabras, mejor dicho sin esa voz. Se me había olvidado totalmente como sonaba tu voz, como hablas como queriendo arrastrar las palabras y ríes escondiendo tu dulce cabecita. Por eso mismo creo que he subido en dos zancadas las escaleras del instituto. Que hoy por fin te pillé la matrícula, estoy harta de ver motos del mismo modelo cuando antes creía que eras tu solo el que llevaba esa moto.

Me siento en la silla que estabas anteriormente y me enfado como el mundo puede ser tan maligno y hacer desaparecer tu olor tan rápidamente disfrazándose de un olor a pez podrido repugnante.

Te ríes yo me río un poco más. Aquí está lleno de cotilleos. Me acuerdo de días anteriores cuando me disgustaban, pero claro te gusta cambiarme las cosas. Te sientas delante mío ¿o yo delante tuyo? y escuchas conversaciones ajenas. Yo escucho más que miro, hago un comentario de lo que sé y de lo que no pregunto. Me enseñé a preguntar lo que no sé, a buscar en el diccionario lo que no entiendo y a descubrir que hay cosas minúsculas que todavía no le encontré nombre.

19 de abril de 2009

Absurda Cenicienta

Se acurruca en su cama y deja escapar varias lágrimas. Hacia tiempo que no lo hacia, vive intentando no pararse a pensar lo peor que puede hacer. Alguien se ha querido llevar bien con ella aunque solo sea por hoy. El viento gira hacia otra dirección y no puede oír el sonido del concierto queriendo romper cristales haciendo que la gente de saltos y tararee el estribillo sin saberse ni siquiera la letra. Se hubiera muerto por ir, lo insinuó varias veces, pero claro no dudaron en mirarla con mala cara. Imaginarse al lado de un altavoz de 300 W, bailando y riendo con la gente es tan solo un sueño más.

Coge un cojín e intenta dormir un par de horas, la lluvia empieza a caer y le inspira varios poemas que nadie entenderá. Un relámpago ilumina la habitación y encuentra la luz que le falta a una habitación vacía, ahora sólo le falta buscar una luz que alumbre su interior.

Pero ella no podía ni ser una cenicienta
que por llegar antes de las 12 a casa perdía su zapatito de cristal.

16 de abril de 2009

Vidas ajenas

Salió de nuevo por el balcón de su casa. Pasaba horas allí mirando quien venía y quien volvía. Las nuevas parejas del barrio y algún que otro chisme que se llegaba a escuchar desde allí.
Por la tarde salía a tomar un café con las mismas mujeres de siempre y dos o tres hombres que se pasaban la tarde allí por haber sidos despedidos.

Contaban todo lo que veían, incluso, llegaban a cambiar historias y a darles la vuelta de tal forma que la gente llegara a pensar cosas de las que no son. Eran las mejores paparazzis de la zona se ocupaban de mantenerse entretenidas durante un rato contando la vida de los demás.

Y así pasaba los días. Porque ella ya tenía media vida suya echa, todo lo demás era simple rutina. Tenía un marido al que tenía media hora de charla, media hora de discusión y todas las otras horas se las pasaba fuera de casa. Unos hijos a nadie podía decir que no los quisiera, los quería más que nadie pero quizá todavía tuviera ese resquemor de haberle robado alguna parte de su juventud.

Lo demás en la vida todo era igual. Así que prefirió empezar a meterse en la vida de los demás antes que intentar apañar un trocito de su vida aunque solo fuera por romper con la rutina que la llevó a dejar de soñar.

Un hombre que no se alimenta de sus sueños
Es un hombre que se hace viejo rapidamente
W. Shakespeare

13 de abril de 2009

Nube y el abuelo

Nube se sentó bajo los pies del abuelo y sacó sus pices de colores de sus bolsillos. Cerró los ojos y dibujó una sonrisa.
Su abuelo que se balanceaba sobre su mecedora vieja agachó la vista hasta ver el dibujo de su pequeña nieta. La muchacha que para su corta edad se podían distinguir claramente sus dibujos. En el papel había una luna de azul claro con cráteres marcados con éste color más oscuro.
En medio de la hoja aparecía una niña con gran sonrisa y un casco redondo cubriendo totalmente su cabeza. Llevaba un conejo de peluche en su mano, igual que el que tenía debajo de su barriga mientras dibujaba.
Nube sin levantar los ojos del papel empezó ha hablar con su abuelo sabiendo que el la estaba observando.

—Gus me prometió llevarme a la Luna cuando fuera mayor. ¿Vendrás?

El abuelo cogió a la niña con los dos brazos y la posó en sus piernas.

—Claro que sí pequeña. Siempre estaré cuidando de ti y de Gus.

La niña lo abrazó colgándose de su cuello.

Él sabía que siempre la cuidaría.
Ella todavía ignoraba que algún día él estaría cuidando dentro de ella para siempre.

8 de abril de 2009

1/2 kilo de flores silvestres y 1/4 de caramelo

¿A que huele? ¿Quien lleva esa colonia? - preguntó ella.

Yo sabía exactamente a que se refería. Sabía perfectamente quien llevaba ese dulce aroma que de tan dulce resultaba incluso empalagoso. Un aroma raramente no mezclado por el tabaco propiamente de los chicos de su edad, demasiado extraño para aquel que tenía unos aires seductores.
Estaba segura de que no era perfume, simplemente dormía entre caramelos y flores silvestres preciosas. Dulce, dulce como él.

Ella se empeñó el oler a todos los que estábamos ahí. Hubiera podido pararla y decir que era él, no podía ser otro, quién iba a ser sino. Puede que se hubiera parado a olerlo para comprobar mi respuesta por suerte, seguro que hubiera acertado porque en olerle exclamó un Eres tú.

Y sonrió con una sonrisa tímida y unas mejillas sonrosadas que continuaban contrastando con el blanco de su cara. El poco sol de estos días todavía no han echo efecto sobre él, pero yo nunca dejaría que el sol ensuciara un trozo de porcelana preciosa.

Puede que hablaran de otras cosas, de que empiezan las vacaciones, que son 20 días de emborrachamiento (emocional), pero mi cabeza ya iba por otro lugar se le había olvidado aguantar la respiración y olió lo mismo que todos olieron.
Pero yo olí la marca de mi heroína y entonces todo se pinta de un color demasiado borroso para poder continuar

5 de abril de 2009

Musa

Mientras estoy sentada al lado de mi ventana con ese cielo azul ensuciado por el humo de una pequeña fábrica de ladrillos, ella empieza a venir hacia mi, con sus aires de hada buena y sus encantos convertidos en humo rosa que la rodea.
No vivo solamente de una única musa. Una musa que inspira a los mejores pintores y poetas; que inspiró a sus antecesores. Una musa que convierte sus alientos en palabras y palabras en poesía.

No vivo apostando en un solo número porque me tocó una vez. Cambio de acera cuando camino por las calles llenas de gente. Entonces... Busco.

Busco a alguien que solo con una mirada me escriba una frase y me inspire una imagen, una clase que no se puedan silenciar los murmullos segundos antes de que suene el timbre, un lugar de gente desconocida que junta es una gran familia. Busco un príncipe de ojos azules y con una tez clara, una sonrisa que haga que vuelva a sonreír sin ningún motivo, un principito que me haga escupir versos. Una niña traviesa con grandes ojos marrones que me haga parecer un poco más pequeña a su lado. La chica del parque que se sienta al mismo banco desde que Romeo la dejó por Julieta. Un libro que me haga soñar o el libro que me leí el principio y luego me lo robaron. Él que siempre quiere parecerse a otro que no es. Ella que habla cuando tendría que callar. Ellos que siempre hablan de como terminó el partido de ayer y nunca quieren hablar de aquello que quieren decir. Ellas que juran ser amigas para siempre y luego dan dos o tres apuñaladas segudas. Tú que a veces te sientes preciosa. Yo que me gusta escribir entre líneas.

Esas son mis musas, mis pequeñas musa que dan ese toque de vida, esas musas que vale la pena conocer por lo menos una vez en la vida

Dedicado especialmente a Elena por su musa de la inspiración que hace tiempo quería escribirle este pequeño texto

2 de abril de 2009

Cosas de mayores

De pequeña siempre me dijeron que no me metiera en las conversaciones de mayores que eso no era asunto mío y no entendía nada. Ellos intentaban hacer creer que tenían conversaciones interesantes y peleas con sentido, pero poco a poco te das cuenta que no, que ellos tenían razón no te metas en esas conversaciones porque caerás igual de bajo que todo el mundo. Ahora quiero salir de ellas, no quiero colocarme a ningún bando de la discusión. Me da lo mismo que me pille un coche por delante por culpa de ponerme en medio de la calle, pero nunca seré un árbitro comprado por nadie.

No me gustaba cuando me decían que me callara cuando yo sabía de que iba la historia por que se la oí decir a la pareja del cuarto. Pero ahora no quiero ponerme de una parte cuando los dos casos me resultan estúpidos por igual.


Quería ser una Peter Pana
con una hada que la hiciera volar