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Era de las que rompen los puentes con solo cruzarlos
".


14 de agosto de 2011

Entendió que aquella mujer se había acostado con su marido

Sus miradas se cruzaron entre copas de champán y unos cóckteles cuyos nombres eran demasiado extravagantes para recordarlos. Anabel pidió una copa de vino blanco frío cuando sus miradas se cruzaron con Alfred. Él medio sonrió al ver su rostro, su mano estaba acompañada de otra mucho más fina hasta llegar a una muchacha de pocos años menor que ella. No era hermosa, demasiado niña con un cuerpecito muy delgado casi sin ninguna curva en su cuerpo con tan solo unas leves protuberancias llamados pechos.

Alfred le presentó a Anabel a Sofie. Era un impresentable susurró Anabel. Recordó su última escapada sus noches de sexo bañados con alcohol caro y juegos eróticos. No le cambia en la cabeza como había tenido la insolencia de traerse a Sofie aquella noche a sabiendas que ella andaría por ahí cerca. El pequeño rostro de Sofie cambió de expresión cuando vio que su recién marido y aquella peculiar compañera de trabajo se marchaban de allí lentamente casi sin decirle adiós.

Lo sintió, en aquel momento sintió que no era una simple compañera que aquella mujer hermosa que ahora mismo le reía todas las gracias se había acostado con su marido. Y ahora estaba ella ahi, la pobre muchachita desgraciada que aguantaba los malos dias a su marido mientras que otras disfrutaban de sus buenos momentos.

11 de agosto de 2011

Él era de los que mataría monstruos por ti por eso no quería que lo destruyeses.

Al parecer le gustaba el estridente el sonido de la puerta al estallarse contra el marco. Estaba cabreada, no hacia falta sacarse ninguna carrera para darse cuenta de ello, pero a ella no le importó y siguió con sus cosas. Clara no llegó a posar su culo en la silla cuando de un salto empezó a gritarle desesperada. Ella levantó la mirada como si los gritos desesperados no fueran con ella, sino que ella tan solo fuera una mera espectadora desprevenida.

-Olvídalo, déjalo, joder déjalo de una vez. ¿No entiendes que él es de los que matan monstruos por ti? Él mata monstruos por ti y tú te pasas las tardes intentándolo matar a él. Esto no es lógico, no es racional. Estoy de tu parte, pero tengo un límite y mis límites se encuentran en no asesinar a nadie.

Exhaló el aire de su boca como si de nuevo aquello no fuera con ella. No quería oírla, no le importaba lo que decía. Estaba celosa, simplemente.

- Nadie le ha dicho que mate monstruos por mí.

Clara puso los ojos en blanco. Eso era lo que ella pedía, que alguien matase monstruos por ella sin pedirselo. Nunca pediría a nadie que matase monstruos por ella, era de esas que se creian que podían matar a tipos azules de tres metros sin ayuda de nadie. Clara cerró los ojos y la abrazó susurrándole que debía de aprender a que debía dejar que él creyese que mataba monstruos por ella.