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Era de las que rompen los puentes con solo cruzarlos
".


26 de diciembre de 2011

Se amaron como dos locos enamorados, el primer día le declaró su amor, el segundo le pidió que no la matase


Sus miradas se cruzaron y un montón de palabras empezaron a salpicar sus jóvenes labios. No se conocían, simplemente, habían coincidido en un mismo lugar y en una misma gente. Todos hablaban, todos se conocían, y allí estaban ellos dos muriéndose del asco. Cosas del destino o quizás mera casualidad, los dos comenzaron la conversación con su nombre. Allí no había nadie dispuesto a presentarlos, era demasiado pronto para dejar de beber y empezar con la cortesía. Ella se llamaba Alma y él, Javier. Y, como todas las personas destinadas a amarse como locos, cada sonrisa les llevaba a otra sonrisa y, de repente, se abrazaban y reían de nuevo. Aquel lugar ya no parecía tan espantoso cuando sus manos empezaron a juntarse y a jugar entre ellas. Aquella repentina amistad se convirtió en algo más cuando en menos de media hora cada uno ya conocía todos los secretos del otro.

Alma se puso de rodillas encima de las piernas cruzadas de Javier, él sonreía sacándole la lengua y haciéndose el maduro como si solo hiciera aquello para contentarla. En realidad, Javier llevaba sin reír desde el verano del 2009 cuando se encontró a Nikki en la cama de Joel. No le pidió explicaciones, ella tampoco se las dio nunca.
Javier se acercó a su oreja y le susurro en medio de aquel gran murmullo le pidió que le diera lo que más se apreciara, una cosa que para ella fuese importante. Alma se quedó atónita al ver la seriedad de sus palabras ella se miró y buscó algo que darle. En su mano izquierda, llevaba dos pulseras que le habían regalado; en el cuello, un collar del festival de música del 99; en el bolsillo derecho guardaba una foto de ella a sus cuatro años montada en bicicleta. Alma sonrió besó sus labios y le dio lo más importante que tenía, su mano.

1 de diciembre de 2011

Al quinto tequila ya no recordaba su peculiar visita

Hacía más de media hora que lo había visto por ahí, lo vio en el momento que entró y paró la respiración para que cogiera aire el corazón. Ahora estaba sentada a una banqueta con los brazos apoyados en la barra intentando pensar en ella.

―No esperaba encontrarte aquí― dijo desde detrás de su oreja, cualquiera que no fuera ella no lo hubiera oído pero aquella voz le pinchaba el corazón a la vez que lo sacudía de una forma extraordinaria.
―No voy a engañarte, yo tampoco.
Seguía con su mano tirada hacia abajo cogiendo el vaso de tequila. Sus labios no mostraron ningún tipo de expresión como si su presencia no la estubiera matando por segundos.
―Y todavía menos bebiendo sola.
Se bebió de un trago la cuarta ronda de tequila. Ella tampoco esperaba encontrarse tirada un jueves por la noche en un bar bebiendo tequila.
― ¿Te gusta el tequila?― seguía hablandole como si sus movimientos le bastasen para recibir sus respuestas amargas.
Sabía que su presencia la irritaba, que le hubiera gustado incrustrar el vaso en su cabeza y abandonar cortésmente aquel bar, pero ella seguía allí intentando que su corazón no superara el ruido de la música.
― Al parecer, sí.― contestó secamente. ―Otro por favor.― en realidad hubiera querido pedir la botella entera.

Sus piernas tenian ganas de huir de allí pero esa idea estaba en su cabeza. No pensaba hacerle el favor de desaparecer por las buenas. Aquel era su lugar, lo descubrió una noche cuando entró y se sintió como si el mundo le hubiera dado una tregua.
Él en cambio intentaba que se diera la vuelta. Intentaba que sus miradas se cruzasen y rompieran esa barrera y ver que todo estaba igual, que ella seguía siendo la misma. La que todos los miercoles a la una y diez de la noche le enviaba un mensaje diciéndole que lo necesitaba. En realidad hoy necesitaba el tequila más que a él. Bueno, hoy y el resto de sus días. No abandonó su mirada perdida entre copas y botellas de alcohol barato. Su batalla había terminado ahí. Lo único que había aprendido de él es que debía dejarlo, a parte, en una cajita donde guardar sus recuerdos y continuar pudiendo sobrevivir.