"
Era de las que rompen los puentes con solo cruzarlos
".


16 de marzo de 2012

Y en el porno hay poesía.

Amanda recogió sus bártulos por quinta vez consecutiva. No sabía hacia donde iba, lo único que tenía claro es que estaba hecha un saco de huesos y solo le quedaban dos billetes, uno con diez euros y el otro era un viaje de tren con dirección a España. No llevaba cuñada ninguna fecha, lo había comprado el verano del 2008 cuando marchó a París. Quizás la excusa era que estaba cansada de ir desnuda por todas las camas, que ya no había nada bonito en su cuerpo. Quizás huyó del te quiero que recibió hace 479 noches. Era una chica inteligente sabía huir del amor el cual por experiencia sabía que solo le traería una desgracia tras otra.
Esta vez había sido diferente, esta vez no había contado con que ella también se enamoraría.
Y entonces Amanda salio a la calle desnuda.

9 de marzo de 2012

Trenes que se estrellan

Allí toda la gente le parecía extraña, no había ningún rostro cuyos ojos le transmitieran algo de amor. No iba a venir, lo sabía, lo supo en el momento en que se lo propuso y ella añadió "entonces no" pero él insistió y dijo "claro"- sí claro, claro que no ibas a aparecer. No hay nada más triste que una muchacha con ojos perdidos buscando aquello que sabe que no va a encontrar.
Era un desastre, el desastre de su vida. Se había levantado a las nueve, después había fregado los platos, limpiado el baño, puesto una lavadora y tendido la ropa. Finalmente, se había vestido y maquillado aunque por el camino había discutido con el maldito lápiz de ojos que hoy no tenía ganas de funcionar correctamente. Después había bajado por las escaleras corriendo y se tiró contra unos chicos que hablaban de estupideces y que se quedaron asustados cuando aquella chica entró como alma que lleva el diablo. Ahora estaba ahí, sola, observando a ese maldito tren con dirección a algún lugar que detestaba.
Sabía eso de los pensamientos positivos, sabía que podía bajar en la siguiente parada y esperar a que pasara otro tren que la llevara a aquel lugar que ella quería. Muy a su pesar no todo era tan fácil, estaba segura que si lo hacía seguro que el tren se estrellaría o el suyo nunca saldría o cuando fuera a subir lo perdería o cualquier estupidez que le pudiera pasar a ella.
Cuando las leyes de la naturaleza te prohíben estar con alguien deberías parar de intentarlo.

2 de marzo de 2012

Vente conmigo, acuéstate, cierra los ojos y a ver si nos encontramos

Puso la mano encima de sus ojos y le pidió que los cerrara. Ella cerraba uno mientras abría el otro y levantaba la ceja sin terminar de fiarse de sus palabras. 

Quería que volaran muy lejos de allí, a un lugar donde todo era verde y habían precipicios enormes donde corría un agua clara y pura. En aquellas montañas habitaban los animales más exóticos y a la mínima que te descuidases se comían todo el chocolate que llevases en la mochila. La niña miraba su tableta de chocolate y le preguntaba si el blanco también les gustaba, él sonreía con un claro, ¿y a quién no le gusta el chocolate blanco?

Ainara no quería cerrar los ojos, no quería dormirse y que él no lo hiciera, podría ser una catástrofe que la abandonase en aquel lugar tan extraño. Sus historias la apasionaban, siempre se le hacía tarde demasiado pronto aquellas noches en las que dormía a su regazo mientras le contaba sus aventuras. El chico le había prometido aquel viaje, ir a ese lugar juntos, le decía "acuéstate y cierra los ojos y a ver si nos encontramos" pero de pronto Ainara se levantaba de un salto y le hacía rectificar sus palabras. No quería que fuera un "a ver si nos encontramos" quería que le diera unas coordenadas, el lugar exacto donde encontrarse. Él con sus ojos azules la miró y le dijo que tan solo tenía que silbar, que conocía sus silbidos a kilómetros de casa, por esa razón con tan solo tres años ya la había enseñado a silbar hasta hacer enfurecer a su madre.