Amanda recogió sus bártulos por quinta vez consecutiva. No sabía hacia donde iba, lo único que tenía claro es que estaba hecha un saco de huesos y solo le quedaban dos billetes, uno con diez euros y el otro era un viaje de tren con dirección a España. No llevaba cuñada ninguna fecha, lo había comprado el verano del 2008 cuando marchó a París. Quizás la excusa era que estaba cansada de ir desnuda por todas las camas, que ya no había nada bonito en su cuerpo. Quizás huyó del te quiero que recibió hace 479 noches. Era una chica inteligente sabía huir del amor el cual por experiencia sabía que solo le traería una desgracia tras otra.
Esta vez había sido diferente, esta vez no había contado con que ella también se enamoraría.
Y entonces Amanda salio a la calle desnuda.