Después de tantos años Gabriel seguía llamando a Isabella a cada minuto. La mayoría de sus peleas eran por los malditos celos de él. Nunca dejaba que Isabella se sentara al lado de alguien que no fuera él. Pero al final del dia éste terminaba llorando y jurándole que no lo volvería ha hacer.
Hace dos semanas que Isabella no va a trabajar, Gabriel cree que ya no le quiere, que sueña con otros e incluso que tontea con el chico del supermercado que hay debajo de casa. Tampoco se pinta y lleva años sin ir a la peluquería para arreglarse el pelo. Envejece rapidamente, y ya aparenta cuarenta años a pesar de tener veintiséis.
Pero el otro día fue el final de todo, el sonido de la vajilla de su boda rompiéndose en mil pedazos fue la gota que colmo el vaso, y más que colmarlo lo derrumbó. Después de que Isabella volviera de casa de su madre Gabriel enfurecido estampó su cabeza contra la pared sin darle tiempo ha abrir la boca. La sangre bajaba por la frente y él gritaba continuamente cosas incoherentes. Poco a poco a causa de los seguidos golpes Isabella perdió la conciencia.
6 comentarios:
vaya... espero que todo tenga una solución tan sencilla como esa flor :) qué bonita!!! un beso!
ese tipo de relacion es asfixiante, los celos suelen traer grandes consecuencias... y al parecer tambien la costumbre
Ya no viste de rojo, pero quizá debería buscarse otro color :)
Es super triste.
Muy buen relato.
Es cierto que vamos dejando de hacer pequeñas cosas, que al final pueden ir hundiendonos más en el desastre.
Saludos,
YoMisma
Ufff que duro! me ha puesto los pelos de punta... lo peor de todo es que es un relato lleno de realidades.. besitos!
Buf. Qué triste..
Ha sido duro de leer..
Un beso!
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