De limón limón

Tenía frío nunca debería haberle hecho caso. Él siempre tiene una buena excusa para dejarme en pleno enero en medio de la calle en este banco tan frío. Achís. Eso es lo único que hace el frío, un buen catarro con dolor de garganta. En invierno no hay nadie por la calle, todos están cerca de alguna chimenea que todavía funciona con leña recién cortada que por su olor algunos todavía saben distinguir de qué árbol es. La gente me mira desde sus coches bien acondicionados, preocupados por esa pobre muchacha que le castañean los dientes y que busca a alguien con la mirada. No vendrá. Sí, lo sé, mi subconsciente es mucho más realista y listo que yo, pero nunca suelo hacerle caso, siempre terminamos en tablas. Y de lejos suena Sabina de algún coche que lleva su música más alta de lo normal y se encuentra en un atasco pero esta noche estrena libertad un preso desde que no eres mi juez. Y yo nunca estrenaré esa libertad de no hacerte caso, de que hoy, por ejemplo, no hiciera caso de el mensaje que me enviaste a altas horas de la madrugada y te espere aquí. Donde crees que vas quien te parece que soy no mires atrás que ya no estoy. Y cojo mi bolso viejo y me voy. Me duelen los pies me he pataleado media ciudad para hacerte la gracia y ahora siento como se rompen pequeños cristales. Se me resbala una lágrima por la cara, sin querer, sólo una, y solamente me alegro de una cosa no te quiero. Pero sabes alegrar mis dias con tus historias. Pero yo no soy ningún títere aunque me rompo como ellos.