"
Era de las que rompen los puentes con solo cruzarlos
".


23 de marzo de 2016

Nadie tiene la suficiente paciencia para estar dos minutos escuchando y uno hablando

Micaela llevaba el cabello corto y ondulado, era una especie de pequeños nidos de pájaros revoloteando por allí. Su mirada era oscura, tenue, quizás por la cantidad de lápiz negro corrido en su cara, el cual formaba unas largas líneas que le llegaban a la comisura de los labios donde el carmín le pedía a gritos otro baile más.

La gente iba y venía por aquel gran salón repleto de personas. Cada una tenía sus propios problemas, vidas e historias. Aquellas historias eran reales, propias. Sin embargo, Micaela no tuvo esa suerte. La gente reía y vociferaba anécdotas por todas partes. las historias no tenían en ningún momento otro propósito que mostrar al resto su emocionante aunque típica vida. Micaela tuvo la oportunidad de escuchar dos o tres. Tiana, una mujer mayor con cabellos grisáceos, contaba cuando su querida gata le robaba sus sombreros para esconder comida. Esta anciana nunca se olvidaba de echar una estruenda carcajada cada vez que la gente empezaba a dormirse.

Por otra parte, estaban Lucas y Gabriel, dos jóvenes adolescentes que vivían del dinero que sus padres les seguían proporcionando. A estos dos jóvenes les entusiasmaba insultar a prostitutas y pagar por sus servicios para terminar echándolas al río más cercano cubiertas de barro. Estos siempre se excusaban como buenos cristianos diciendo que aquello no era nada más que una piadosa lección de Dios. Micaela agradeció estos actos tan bondadosos invitándoles a una copa de champagne, no sin antes regalarles en sendos vasos un pequeño salivazo lleno de odio.

En aquel momento decidió separarse del resto de la gente, a sabiendas de que aquello no encajaba con ella. Era curioso pues, a pesar de las ridículas vidas de cada uno de los asistentes, todos ellos tenían algo que ella nunca había conseguido tener: una vida de verdad y propia. Estando allí sentada a nadie le importaba quién era ella. Nadie tiene la suficiente paciencia para estar dos minutos escuchando y uno hablando.

Su vida nunca había sido un éxito, y cuando lo era, daba igual. Siempre había alguien mejor que ella, alguien al que anteponer su triunfo al de ella. Y lo mismo sucedía cuando su vida se iba al traste. Cuando intentaba soltar por aquella pequeña boca el dolor que le asfixiaba en su pecho ya había otra voz ocupando su puesto para relatar algo muchísimo peor.

A nadie le importan los papeles secundarios en las películas, o eres el protagonista o seras otra maldita bambolina más del escenario. Todos miran hacia delante esperando ver la estrella y nadie se pregunta que igual aquella pequeña chica con el maquillaje corrido también tiene algo que decir. Igual, si alguien la hubiese dejado hablar, si alguien se hubiese sentado a su lado y le hubiese preguntado qué tal su día, ella, asombrada ante tal acto de valentía hubiese dicho: bien, todo va muy bien.

14 de septiembre de 2015

¿Y los poetas? Al final lo de las musas era una mentira para llevarte a la cama

Nos vendieron que todo cambia, que al final nada permanece, que todo fluye como si se tratase de un río. Nunca te bañarás en el mismo agua dos veces, mintieron, no supieron las veces que me tiraría de cabeza aquella misma piscina. Una lástima que en cada una de ellas siguiese vacía. Al fin y al cabo todo resultaba vacío en este mundo, los profesores nos envenenaron tanto con aquello de que el orden de los factores no altera el producto que, al final,
por muchos factores positivos que metieses en tu vida, esta siempre acabaría en el cubo de basura.

Cuando tuvimos a la tierra a un palmo de mano soñábamos con ser astronautas, por aquel entonces  los juegos de princesas empezaron a pasarse de moda. Regalarnos la luna nunca estuvo tan cerca de nuestras manos como por aquel entonces. Ahora, nos encontrábamos arrastrándonos por los sitios más oscuros de la ciudad rebuscando entre el pasado el motivo de nuestro presente. Finalmente, como cada día, volvíamos a casa con un poco menos de esperanza y un poco más de arrepentimiento. De nuevo en esa casa encontrábamos ese río que no corre, esa piscina vacía, ese pasado que no avanza, que está presente más allá de las leyes de la naturaleza.

Ni la poesía era capaz de salvarnos de aquel maldito desastre cultural. Las palabras ya no nos transmitían lujuria, aquella insolencia de leer poesía a altas horas de la mañana ya no conseguía salvar almas. La poesía se había convertido en otra puta barata de aquel estúpido mundo, no es que nadie la dejó tirada. Ella se fue. Recogió sus cosas una tarde de verano, porque la poesía no podía abandonar este mundo otro día de la semana. Solo lloró una vez, pues con el dinero que había ganado durante toda su vida no pudo pagarse nada más que un pañuelo sucio.

1 de julio de 2012

Hay noches que también terminan así, sin finales felices

Estaban cara a cara, ella estaba seria y de vez en cuando se tambaleaba de un lado a otro debido a su estado de embriaguez. Él miraba de un lado a otro intentando no cruzar la mirada con ella, como si fuera un repelente, estaba tenso, inquieto quería salir de allí. No le molestaba estar con ella, pero de esta manera sí, nunca se pudo enfrentar a sus ojos críticos y valientes. Ella era capaz de saltar por la ventana.

- Quiero que me beses
- ¿Qué? - se giró y la miró atónito.
- Nada, joder, déjalo.

Con el ceño fruncido le dio una patada al bote de coca-cola que había en el suelo.

- Estás borracha.-Suspiró.
- Aquí la única que le tira las culpas de todo al alcohol soy yo, así que cierra esa maldita boca.
- ¿Y qué esperas que haga?
- Que me beses. Maldito tequila- dijo entredientes.
- No te voy a besar, no esta noche borracha y toda desarreglada.
- Nunca he sido perfecta.
- No lo has entendido.
- ¿Perdona? ¿Qué no he entendido que has matizado el no esta noche? Claro que lo he entendido, por eso te he pedido que me beses esta noche porque ya nunca voy a estar tan borracha para desear que me beses. Ya no habrán otras noches.

Y se largó, para ella la noche había terminado. Hay noches que también terminan así, sin finales felices.

26 de abril de 2012

Tenía razón, él no sabía nada de mí.

No hay nada más provocativo que ver a una mujer bebiendo cerveza. Fue una de sus primeras frases. Yo tambien lo pensaba, así que le di otro trago a aquel líquido que contenía el vidrio verde. Sonreí. Sabía que nos estaba mirando, desde lejos, quizás un poco molesto, quizás sin saber como actuar. No hay nada peor que hacerle ver a un niño que realmente lo que está a su alrededor no le pertenece, que lo que le envuelve también tiene vida propia.

Me acerqué todavía más hacia él, era la primera noche que salía por aquél lugar con aquella gente. Había bebido, quizás demasiado porque hoy no me acuerdo de muchas cosas, tal vez lo suficiente. Una mirada cómplice se cruzó entre nosotros y supe que aquella noche no iba a dormir en mi cama. Ya la tenía muy vista, muy oída, muy tocada... muy yo (muy tú).

-Conozco algo más provocativo que una mujer bebiendo cerveza.- Se lo dije en voz baja aunque lo suficientemente potente para oírme en medio de aquel jaleo.

De nuevo, repetí el ritual de sonrisa y beber, esta vez miraba al frente, como quien la cosa no va con él. Yo solía mostrar mis cartas y luego marcharme como si no hubiera pasado nada. Tenía una buena sonrisa, un buen cuerpo y bastante chulería, era la persona perfecta para no enamorarse de ella. Exactamente lo que quería. ¿Te besé?, ¿me besaste?, quién sabe, lo único que sé es que no quería verle. No quería verle hasta que su mirada se cruzó con la mía diciéndome que realmente no me conocía. Tenía razón, él no sabía nada de mí.

16 de marzo de 2012

Y en el porno hay poesía.

Amanda recogió sus bártulos por quinta vez consecutiva. No sabía hacia donde iba, lo único que tenía claro es que estaba hecha un saco de huesos y solo le quedaban dos billetes, uno con diez euros y el otro era un viaje de tren con dirección a España. No llevaba cuñada ninguna fecha, lo había comprado el verano del 2008 cuando marchó a París. Quizás la excusa era que estaba cansada de ir desnuda por todas las camas, que ya no había nada bonito en su cuerpo. Quizás huyó del te quiero que recibió hace 479 noches. Era una chica inteligente sabía huir del amor el cual por experiencia sabía que solo le traería una desgracia tras otra.
Esta vez había sido diferente, esta vez no había contado con que ella también se enamoraría.
Y entonces Amanda salio a la calle desnuda.

9 de marzo de 2012

Trenes que se estrellan

Allí toda la gente le parecía extraña, no había ningún rostro cuyos ojos le transmitieran algo de amor. No iba a venir, lo sabía, lo supo en el momento en que se lo propuso y ella añadió "entonces no" pero él insistió y dijo "claro"- sí claro, claro que no ibas a aparecer. No hay nada más triste que una muchacha con ojos perdidos buscando aquello que sabe que no va a encontrar.
Era un desastre, el desastre de su vida. Se había levantado a las nueve, después había fregado los platos, limpiado el baño, puesto una lavadora y tendido la ropa. Finalmente, se había vestido y maquillado aunque por el camino había discutido con el maldito lápiz de ojos que hoy no tenía ganas de funcionar correctamente. Después había bajado por las escaleras corriendo y se tiró contra unos chicos que hablaban de estupideces y que se quedaron asustados cuando aquella chica entró como alma que lleva el diablo. Ahora estaba ahí, sola, observando a ese maldito tren con dirección a algún lugar que detestaba.
Sabía eso de los pensamientos positivos, sabía que podía bajar en la siguiente parada y esperar a que pasara otro tren que la llevara a aquel lugar que ella quería. Muy a su pesar no todo era tan fácil, estaba segura que si lo hacía seguro que el tren se estrellaría o el suyo nunca saldría o cuando fuera a subir lo perdería o cualquier estupidez que le pudiera pasar a ella.
Cuando las leyes de la naturaleza te prohíben estar con alguien deberías parar de intentarlo.

2 de marzo de 2012

Vente conmigo, acuéstate, cierra los ojos y a ver si nos encontramos

Puso la mano encima de sus ojos y le pidió que los cerrara. Ella cerraba uno mientras abría el otro y levantaba la ceja sin terminar de fiarse de sus palabras. 

Quería que volaran muy lejos de allí, a un lugar donde todo era verde y habían precipicios enormes donde corría un agua clara y pura. En aquellas montañas habitaban los animales más exóticos y a la mínima que te descuidases se comían todo el chocolate que llevases en la mochila. La niña miraba su tableta de chocolate y le preguntaba si el blanco también les gustaba, él sonreía con un claro, ¿y a quién no le gusta el chocolate blanco?

Ainara no quería cerrar los ojos, no quería dormirse y que él no lo hiciera, podría ser una catástrofe que la abandonase en aquel lugar tan extraño. Sus historias la apasionaban, siempre se le hacía tarde demasiado pronto aquellas noches en las que dormía a su regazo mientras le contaba sus aventuras. El chico le había prometido aquel viaje, ir a ese lugar juntos, le decía "acuéstate y cierra los ojos y a ver si nos encontramos" pero de pronto Ainara se levantaba de un salto y le hacía rectificar sus palabras. No quería que fuera un "a ver si nos encontramos" quería que le diera unas coordenadas, el lugar exacto donde encontrarse. Él con sus ojos azules la miró y le dijo que tan solo tenía que silbar, que conocía sus silbidos a kilómetros de casa, por esa razón con tan solo tres años ya la había enseñado a silbar hasta hacer enfurecer a su madre.

14 de febrero de 2012

La peor carta de amor de nuestra historia


La mejor frase de amor que he oído en mi vida fue cuando escuche aquella en que decían que lo mejor que te puede pasar en la vida es que ames y seas correspondido. El amor es eso amar y que no te amen "amarás a quien no te ama por no haber amado a quien te amó", lo bonito es cuando todo cambia cuando consigues hacer que te amen, cuando construyes un mundo piedrecita a piedrecita. El amor no aparece de la nada, no aparece de la nada entre dos personas que se miran y se declaran en matrimonio, el amor hay que crearlo y hay que cuidarlo.
El amor a personas como a mí nos da miedo nos asusta, porque amor significa romper las barreras de seguridad y eso implica que te puedan hacer daño porque metes a alguien en tu vida, esa tan métricamente calculada que tenías desde hacía ya tiempo y de repente aparece alguien que rompe tus planes y a veces resulta que controla más de tu vida que tu misma.
Para mi el amor es una tragedia griega al principio todo marcha bien, crees que todo podrá ir bien que tu y yo podremos ser un nosotros, que contigo sea contigo y con nadie más que nuestro plural nos incluya a nosotros y que nosotros solo seamos tú y yo. Pero como toda buena tragedia griega que empieza con un principio bonito y esperanzador sabes que el final te matará, lenta y duramente sin compasión sin acordarse que solo eres un pobre enamorado más. Que entre tú y yo no hay un nosotros, estás tú y estoy yo, que lo que dices es eso... solo lo que dices, que los dobles sentidos no existen más allá de tu mente que si no te dice nada es porque no hay nada que decir...
Espero que pienses en lo que aquí te he escrito una semana, un día, una hora, un minuto, un segundo, lo que sea, pero que sepas que pienses lo que pienses yo estaré esperando otra de tus historias.

2 de enero de 2012


Pregúntale del tiempo, y a ver si se acuerda de mí.

Pregúntale si es cierto que nadie la ve sonreír.
Pregúntale que añora y en qué piensa cuando llora.



Extremoduro - Mi espíritu imperecedero

26 de diciembre de 2011

Se amaron como dos locos enamorados, el primer día le declaró su amor, el segundo le pidió que no la matase


Sus miradas se cruzaron y un montón de palabras empezaron a salpicar sus jóvenes labios. No se conocían, simplemente, habían coincidido en un mismo lugar y en una misma gente. Todos hablaban, todos se conocían, y allí estaban ellos dos muriéndose del asco. Cosas del destino o quizás mera casualidad, los dos comenzaron la conversación con su nombre. Allí no había nadie dispuesto a presentarlos, era demasiado pronto para dejar de beber y empezar con la cortesía. Ella se llamaba Alma y él, Javier. Y, como todas las personas destinadas a amarse como locos, cada sonrisa les llevaba a otra sonrisa y, de repente, se abrazaban y reían de nuevo. Aquel lugar ya no parecía tan espantoso cuando sus manos empezaron a juntarse y a jugar entre ellas. Aquella repentina amistad se convirtió en algo más cuando en menos de media hora cada uno ya conocía todos los secretos del otro.

Alma se puso de rodillas encima de las piernas cruzadas de Javier, él sonreía sacándole la lengua y haciéndose el maduro como si solo hiciera aquello para contentarla. En realidad, Javier llevaba sin reír desde el verano del 2009 cuando se encontró a Nikki en la cama de Joel. No le pidió explicaciones, ella tampoco se las dio nunca.
Javier se acercó a su oreja y le susurro en medio de aquel gran murmullo le pidió que le diera lo que más se apreciara, una cosa que para ella fuese importante. Alma se quedó atónita al ver la seriedad de sus palabras ella se miró y buscó algo que darle. En su mano izquierda, llevaba dos pulseras que le habían regalado; en el cuello, un collar del festival de música del 99; en el bolsillo derecho guardaba una foto de ella a sus cuatro años montada en bicicleta. Alma sonrió besó sus labios y le dio lo más importante que tenía, su mano.